Hubieron salidas de 2 horas, pero eran salidas a ninguna parte.
El mismo desayuno, las mañanas de pánico, comidas que no llenaban, tardes de rabia y esa hora de parque, sin parque.
Día 34 de confinamiento.
Estoy encerrada, pero sé por qué.
Tengo rutinas, pero las he decidido yo.
No hay broncas.
En ambos encierros el sentimiento principal es echar de menos, pero Albert Espinosa ve esta situación de una manera distinta.
Él vivió media infancia entre hospitales.
Y escribió hasta dar forma a sus miedos.
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