Ha sido un fin de semana contigo, sí, pero también ha sido
un recorrido vertiginoso por miles de recuerdos. Empecé oliendo el mar y continué abriendome paso.
Familiares especiales, como Amarillo, de esos que lo sabes
todo cuando en realidad no sabes nada. No sabía el olor de su piel ni el tacto
de sus abrazos. Hablo de él porque es el único que tenía pseudónimo antes de
este encuentro.
Ha habido caritas de niños, la mayoría nuevas pero… algunas
con esa magia especial que, sin querer, aparece en mi cabeza cuando pienso en “niño”.
Claro que habría estado mejor si estuviésemos TODOS. Pero creo que, a través de
la música, las risas o la magia, aunque no lo viésemos, hemos estados TODOS.
Aun en otros países, aun más allá de las nubes. Moccia habla de 3 metros sobre
el cielo, yo contigo de kilómetros… pero creo que ayer la unión familiar fue a
un radar de vidas. Sabes perfectamente de quiénes hablo.
Tú nunca habías presenciado ese estado de debilidad que tuve
al ver esa danza. Recuerdos, presos.
Me queda decir. Gracias por escucharme en el coche, por
evitar que m encerrase en el baño nada más llegar, por respetar las venadas egoístas.
Y por prohibirme pronunciar un “gracias”. Todo lo que haces por mí, es porque
sal de ti.
¿Próximo viaje? Roma. ¿Próximo vuelo? A nuestros sueños.
(Ya, ya sé qie no ha sido un vuelo, pero a Roma lo será ¿no?)