La primera vez no la podré olvidar.
Cada respiracion me recordaba que algo estaba cambiando en mi cuerpo.
Cada latido era diferente a los de antes, se hacían notar de otra manera.
Gritaban que estaban ahí para cambiar, recuerdo estallidos en mis oídos, u otra parte.
Y cada vez que se repite es tan natural como respirar.
No aprecio la diferencia de mi vida con o sin ellas.
Solo a veces me hacen perder la noción y caer en otra dimensión.
No saber dónde estoy ni qué día es.
Mi estómago se contrae; no, corrijo. Mi cuerpo entero lo hace.
No sé si de emoción o miedo.
Si de dolor o sueños.
Cada vez que me invaden, rebato esa angustia puntual pensando que dará paso a la comodidad.
Con calor o frío.
Con caricias o presión.
Con pastillas o sin ellas.