25 ene 2013

Mucho más que un bar de copas

Tantas veces ha sido escenario de pasiones, borracheras, lágrimas, reencuentros, cafés, chupitos, risas, lágrimas. Tantas veces he sonreído al recordar un día concreto. Tantas veces he soñado que estaba allí.

Pero hoy ha sido diferente. Ha habido café, pero no ha habido chupito de piruleta. Nos hemos sentado en la mesa de siempre, pero no hemos consumido alcohol. Ha habido recuerdos, pero también inquietudes. Ha habido confesiones, pero ya había asuntos claros. Ha habido críticas, pero ha habido halagos.

Debería calificar el día de hoy como uno más, amigas que comparten sus tardes de viernes; pero no lo voy a hacer. Esta tarde se merece un blog propio. Se merece un recuerdo, tal vez una pulsera. Se merece lluvia, ésa que nos hace vulnerables. Se merece una foto pasada por whatsapp.

22 ene 2013

Busco sonrisas

En momentos difíciles, gobernados por sentimientos autodestructivos, es cuando la mejor idea es ponerse metas. Pasar tiempo con quién crees que puedes ser útil, metas sencillas o prácticamente imposibles. Lo que más importa es el camino, saber que tu cabeza tendrá menos oportunidades de hundirse en su negatividad. Así que esto va contra quienes calificaban mis blogs como tristes. GRAXCIAS A LAS METAS QUE ME PONGO, MIS TEXTO CARECERÁN DE ESA TRISTEZA. NO TENEIS EXCUSA PARA NEGAROS A LEERME. Y entre tanta meta, consigo retomar mis estudios como un hábito; echo cara a ciertas situaciones violentas y no permito que me hundan; no permito que mi corazón sufra por hipótesis improbables. Y sobre todo, no me agobio con exigencias. Hago cuán deporte como mi cuerpo me pide y permite. No gasto la vista y tiempo en leer textos que no me llaman la atención. No fuerzo a mi estómago: si, en vez de cinco, tengo que hacer siete comidas al día, las haré. Ya no busco mi risa fácil viendo o escuchando cualquier video de comedio, sino la sonrisa provocada por un buen consejo o apreciada compañía.

17 ene 2013

Quién dijo que soy negativa?

Cada bocanada de aire es un regalo. Soy consciente de que he ganado fortaleza y he aparcado la debilidad ansiosa por destruirme. El truco está en sentirme capaz. De soportar el día a día, de cumplir mis metas. De esperarte, hombre desconocido. Te necesito; no para ser feliz pero sí para que me sea más fácil. Quiero que mis sonrisas no sean síntoma de alegrías, sino algo permanente. Que no haya nervios al acercarte, sino añoranza cuando estés lejos. Y no me pienso quedar encerrada en casa, mirando las paredes. Porque sé que la única manera de acortar mi meta de conocerte es salir y relacionarme. En el gimnasio, en la biblioteca, en cualquier tienda o cafetería; en la calle, en el bus o en un parque, paseando al perro. De hecho una amiga conoció al amor de su vida sacando al perro; quién sabe. Llevo tiempo sola, pero es lo de menos. Mi estrella Esperanza nunca me abandona. Mis expectativas pueden ser altas o bajas. Puede que el amor no sea para tanto. Puede que mis objetivos no sean fáciles de conseguir. Pero siempre seguiré un gran consejo que me dio mi tato mayor. Nunca, nunca, nunca… “Nunca te rindas”

10 ene 2013

Energía que vuelve a fallar

Cuidar alimentación y soñar con que la báscula puntúe más no vale. “Joanna” me dijo un día que tal vez debería hablar con personas mientras estoy en el gimnasio; odio negarle su razón, pero se equivocaba. Hoy he estado todo el rato hablando con “Diana”, riendo, recordando momentos, compartiendo nuestras Navidades; pero, cada poco rato, necesitaba respirar, ya fuera apoyada en una pared o recostada sobre alguna máquina. Unos minutos de pausa valían. Pero, poco después de que “Diana” fuese a hacer otras cosas, me he sentido caer. Esa escalera verde se va a convertir en mi rincón más frecuentado de todo el gimnasio. No sé cuánto he estado sentada en silencio: a veces bajando la cabeza, otras vigilando el temblor de mis manos. Hasta que he pedido a “una chica” que me trajese un sobre de azúcar de la cafetería. Al rato ha venido Tania con el vasito de siempre, dos sobres y una cucharilla; se ha sentado a mi lado y me ha empezado a hablar. “Sabes que tienes que comer más, eh. Quédate aquí sentada hasta que estés mejor. Y tranquila, que tienes a todos estos chicos para que te cuiden”. He bebido el contenido del vaso y se ha ido. Entonces “Alicia” me ha visto y se ha acercado a mí. “¿Otra vez te has mareado? ¿Cuánto has hecho?” Le cuento que no mucho, simple pique con “Diana”. “A ver, ¿qué has desayunado?”. Le he dicho que hoy no podía ser ese el motivo. “Café con leche, una mandarina y una barrita de cereales”(Todo un Señor desayuno). Aun asi, como casi siempre, “Alice” me ha dicho que sigue siendo poco. “¿Puedes levantarte sola?”. No sin dificultad he apoyado mi cuerpo sobre mis pies, no sin aferrarme a la barandilla. “No te preocupes, estoy bien. Me voy arriba, me cambio y me voy”. La 13.28, ya era hora. Intento abrir la taquilla, pero mi mano temblorosa hace caer la llave; Montse la coge al vuelo y me la abre. Le doy las gracias y me dirijo al vestuario. No me peino ni doblo la camiseta. Bajo la escalera para salir y veo a “Helena”. Me felicita, otra vez, el año. Sonrío. “¿Estás bien?” “Ah, sí. No te preocupes. Es que… bueno, como diría tu hermano, he sido una muñeca bien de porcelana”. Me mira extrañado. “Que me he mareado un poquito. Lo de Cachitas me viene demasiado grande”. “Bueno, cuídate. Y come más, anda; aunque sean bollos (carcajada)”. Hasta ahí, una jornada de gimnasio bien cargadita.