10 ene 2013

Energía que vuelve a fallar

Cuidar alimentación y soñar con que la báscula puntúe más no vale. “Joanna” me dijo un día que tal vez debería hablar con personas mientras estoy en el gimnasio; odio negarle su razón, pero se equivocaba. Hoy he estado todo el rato hablando con “Diana”, riendo, recordando momentos, compartiendo nuestras Navidades; pero, cada poco rato, necesitaba respirar, ya fuera apoyada en una pared o recostada sobre alguna máquina. Unos minutos de pausa valían. Pero, poco después de que “Diana” fuese a hacer otras cosas, me he sentido caer. Esa escalera verde se va a convertir en mi rincón más frecuentado de todo el gimnasio. No sé cuánto he estado sentada en silencio: a veces bajando la cabeza, otras vigilando el temblor de mis manos. Hasta que he pedido a “una chica” que me trajese un sobre de azúcar de la cafetería. Al rato ha venido Tania con el vasito de siempre, dos sobres y una cucharilla; se ha sentado a mi lado y me ha empezado a hablar. “Sabes que tienes que comer más, eh. Quédate aquí sentada hasta que estés mejor. Y tranquila, que tienes a todos estos chicos para que te cuiden”. He bebido el contenido del vaso y se ha ido. Entonces “Alicia” me ha visto y se ha acercado a mí. “¿Otra vez te has mareado? ¿Cuánto has hecho?” Le cuento que no mucho, simple pique con “Diana”. “A ver, ¿qué has desayunado?”. Le he dicho que hoy no podía ser ese el motivo. “Café con leche, una mandarina y una barrita de cereales”(Todo un Señor desayuno). Aun asi, como casi siempre, “Alice” me ha dicho que sigue siendo poco. “¿Puedes levantarte sola?”. No sin dificultad he apoyado mi cuerpo sobre mis pies, no sin aferrarme a la barandilla. “No te preocupes, estoy bien. Me voy arriba, me cambio y me voy”. La 13.28, ya era hora. Intento abrir la taquilla, pero mi mano temblorosa hace caer la llave; Montse la coge al vuelo y me la abre. Le doy las gracias y me dirijo al vestuario. No me peino ni doblo la camiseta. Bajo la escalera para salir y veo a “Helena”. Me felicita, otra vez, el año. Sonrío. “¿Estás bien?” “Ah, sí. No te preocupes. Es que… bueno, como diría tu hermano, he sido una muñeca bien de porcelana”. Me mira extrañado. “Que me he mareado un poquito. Lo de Cachitas me viene demasiado grande”. “Bueno, cuídate. Y come más, anda; aunque sean bollos (carcajada)”. Hasta ahí, una jornada de gimnasio bien cargadita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario