22 jun 2014

48 horas

No suelo usar cifras en mis entradas, pero hace algo de tiempo que ese detalle ha cambiado.
Costumbres: dormir en TU cama comer en TU casa y, desde hace varias semanas, estar en pijama allí. Hay algo nuevo. Puede que no sea la primera noche que hemos dormido bajo la misma sábana, pero hasta ayer TU Cama no había sido mi reposo nocturno.

Los besos.
Como siempre, tiernos, cálidos, lentos… rápidos, húmedos; hay niveles, cada momento, cada mensaje no escrito. Pero HAY OTRA NOVEDAD. Ayer nuestros besos fueron kamikazes hacia otro mundo. Mi respiración y mis latidos se volvieron locos; igual que toda mi piel adquirió una carga eléctrica brutal y cada centímetro de mi cuerpo insistía en acortar cualquier distancia.

Nuevas expresiones. Nuevas respiraciones. ¿Nuevas sonrisas? Las mismas de siempre; a cada instante se renuevan.

Ya no es que te preocupes de mi alimentación ni mi comodidad. Te adaptas a mis tiempos, a cada pausa, a cada ataque de mimos.

También ha cambiado el tipo de sueños en los que apareces. Hay contextos de comedias románticas y también contextos de terror, pero da igual. Porque son sueños. Sueños que no merecen plazo fijo en mi pensamiento.

La verdad es que, desde anoche, hay tropecientos mil detalles que me hacen suspirar. Contemplar la leve curva de mis caderas, la marca de mis clavículas, ver/oler tu pijama, ojear el punto exacto de tu cama donde nos besamos con locura, el simple recuerdo de la sonrisa de tus ojos cuando sujetas mi cintura.

Y es de locos darlo TODO por tres meses y medio. Es de locos la dependencia emocional. Pero es de gilipollas dejar pasar todo este amor.


Por una vez, sé lo que quiero. ¿Cómo era esa frase, Mr Secretos? Ah, sí. TODO LLEGA.

15 jun 2014

Hábitos

¿Acaso es normal planificar una quedada hasta medianoche y proseguir dos horas más? ¿Acaso es normal pedirnos unos cafés a altas horas de la noche? ¿Acaso es normal que aún me sorprenda el efecto de tus manos?

Pues no, no es normal. Igual que no es normal que llevase cerca de un año sin llegar a casa a esta hora. Pero, ¿sabes qué? Mr Secretos, una vez más, tiene toda la razón. TODO LLEGA.

Puede que haya sido raro beber refresco de cola en tazas, a falta de vasos. Puede que haya sido raro quedar con Piruleta, tomar algo en ese bar saturado de leyenda, para luego enseñarle mi Espacio. Puede que haya sido extraño tardar tanto tiempo en ser algo más que Vitoria o Lerma. Pero llegó.

La báscula por fin dejó de llevarme la contraria. Mi estómago acepta lo que le doy. Las risas me provocan dolor abdominal, de nuevo. Y… no sé. Pulsera blanca parecía incluso ilusionada. Y Hec, lo he dicho, igual es cosa mía, me parece más abierto conmigo, más él mismo.

Pero no son sólo mis cambios, sino también los comportamientos respecto a mí. Ayer comprendí la imposibilidad de filosofar con Leñador; también que mi cuerpo se ha desacostumbrado a los licores. Pero, ante todo, me quedo con las sonrisas transformadas en risas.

Dentro de un mes, hoy será un viernes más. Espero.


PDT: el 80% de esta entrada parece un inventario, ajeno a ti, pero, cualquiera que me conozca antes de ti, sabe que esto es resultado de tu presencia en mis días. 

8 jun 2014

Dulces detalles

Acepté, hace ya tiempo, que cada minuto contigo sería una nueva experiencia, como los primeros pasos, las primeras palabras.

Has sido la primera persona que ha dormido conmigo en el piso, la primera vez que como sentada en el salón, mi primer sábado sin preocuparme de la hora para llegar a casa, mi primer atracón a donetes.
Y, ríete, pero en Espacio dije que pensar en ti es tenerte al lado; ayer, cuando llené la bañera de agua caliente y espuma de frambuesa, ahí estabas.

Esta,mañana, mientras me vestía, he visto la marca que dejaste ayer en mi tripa con tu boca: es extraña, demasiado alargada, puede parecer.

Está claro que cualquier marca que dejes en mí, será única.


Lo siento, Amaia Montero; nadie como tú. 

6 jun 2014

Una noche

Escribo los bocetos de mis blogs en un cuadernito. Doble tarea, pero me gusta.

He estado dos noches durmiendo un poco mal, por culpa del colchón, y salía pronto a la calle con tal de no ver el desorden que conlleva la mudanza.

Pero ayer fue un “primer día”. Cenaste en casa. Hemos dormido juntos, otra vez… pero esta vez solo tú y yo, y sin presiones. Tras desayunar, vuelta a dormir. Y tras comer, otra vez. Desde hoy, hay un pijama tuyo en mi casa y viceversa.

Pero ahora toca relatar. Dormir contigo no era nuevo, pero me parece perfecto. Porque es confianza, es respeto con mayúsculas. Porque cualquier pareja que comparten cama, por regla de tres, tienen algo más que caricias. En cambio nosotros no. Tu manía de quitar granitos de mi espalda hoy me ha hecho ver que no pasará nada mal. Me he vestido mientras dormías sin timidez, principalmente porque me respetas, repito. También me ha encantado cada minuto que hemos pasado repantigados en el mismo sofá. Y cuando hemos comido sentados en el suelo.

Besos tiernos, besos traviesos, besos dulces, besos simples.

Como siempre, me ayudas. ¿Cómo? No lo sé, pero lo haces como nadie. Perfecto, preciso.


Además, ya sabes que tengo ganas locas de compartir este mi Espacio con otras personillas… tiempo habrá. Lo bonito es que tú has sido el primero.

Día 2

Pocas horas de sueño pueden funcionar a un 200%. Comprobado.

48 horas sin rechazar alimento, café hecho en casa, un poquito más de orden, un libro terminado y otro iniciado. Algo de ropa en el armario y compra “industrial” domestica. No, no me apaño con tanto espacio de congeladores. Pero, a lo tonto, he vencido mi pánico a las escaleras, más Espacio.

Y, ¿sabes? Me encanta que me ayudes con la compra, que me llames “Nena” para enseñarme una oferta, que me abraces por la cintura cuando ya estoy cansada. Esta mañana se lo he dicho a tu madre. Me tomo tu “existencia” como algo natural, pero sé perfectamente que no podría estar haciendo lo que hago de no ser por ti. “Simplemente me hace las cosas fáciles”. Llevamos tres meses, y ambos estamos metidos en la vida del otro como 10 años atrás. Yo lo veo así. ¿Y tú?


En resumen… no quiero parar esto.

Volver a empezar

Hace ya unos años había un hit remix que se llamaba así.

A mí me hacía gracia porque “De cero, contigo o sin ti” me parecía la dedicatoria perfecta a cierto personaje.

El caso es que ahora, metida entre las sábanas de mi nueva cama, de mi Espacio, siento que todo va a empezar. He puesto la primera cafetera y he rebuscado entre las maletas algo de ropa interior, ya colocada, libros, detalles y mi pijama. Lo mejor de este volver a empezar es que tú me has ayudado en todo. Se suponía que iba a leer un poco. Pero estoy reventada. Buenas noches, mi amor.

2 jun 2014

Espacio

Pausa, distancia... aire.

Cualquier tipo de espacio está limitado. La atmósfera por la capa de ozono. Una amistad cuando la confianza es amor. Un hogar por la cerradura de la puerta.

Y a menudo es necesaria una llave. Llaves que abren corazones. Llaves que te abren paso a un mundo impartido por tus reglas. Llaves que abren etapas de madurez. Llaves que abren esperanzas. Y llaves que dan portazo a rutinas.

Espacios individuales, espacios compartidos. Espacio contigo, espacio con oxígeno. Espacio nuevo, espacio suficiente para soñar, también sufrir, por mi cuenta y riesgo.

Hoy, en la prueba médica, me ha hecho gracia “¿Sois pareja? Siéntate aquí y levántate la camiseta”. He aguantado más de lo que me creía capaz, pero el límite es repentino, como siempre. Espacio insuficiente en mis pulmones, arterias… o lo que sea. Otra vez, espacio.


Espacio también es un bien material. Y, ¿sabes? Cuando estoy contigo, sin necesidad de contacto físico ni hablar, una especie de cúpula se cierne sobre nosotros y crea NUESTRO espacio. En la calle, en casa, en el médico, mediante una llamada de teléfono, no importa. Ahora mismo estoy compartiendo espacio contigo, porque mi corazón está pensando en ti y hablando de cosas relacionadas contigo. Me duermo contigo, sueño contigo, me despierto contigo, tomo café contigo, respiro contigo. Lo mejor es que no hay cifras de metros cuadrados ni nada que delimite nuestro espacio. 

1 jun 2014

Como de costumbre, tú arreglas mis días grises.

Tras una noche con pocas horas de sueño, he ido a tu casa. Te he encontrado dormido y, como siempre, me has contagiado una ternura ilimitada; mi niño grande, mi peluche, mi boca de besos sabor chocolate. Y, para variar, he estado hablando con tu madre. Se preocupa por mí, me pregunta qué tal duermo y cómo va mi estómago. Y hoy nos ha tocado llorar; digo NOS porque sus ojos han sido mares desbordados a los pocos minutos de que otras lágrimas recorrieran mis mejillas; no me ha dolido, no me avergüenza llorar. Sólo he de decir que su reacción ha sido diferente a la tuya. No por falta de costumbre, sino porque es más como yo.

Entre tanto, has aparecido por la cocina y, mientras yo hablaba con tu madre, me has abrazado por la cintura; debería poner esta frase en negrita porque ha sido lo que más me ha llamado la atención.
En la comida, cómo no tu hermano ha llegado tarde. Pero digo lo mismo que el día que vine de viaje: me encanta ver al familiaridad que cojo con él. Café frío, que no falte. La sobremesa ha seguido entre película y lectura.


En tu habitación ha habido otra gran dosis de mimos, esos que necesitaba desde ayer. También he dormido un poquito, a tu lado, mecida por tu respiración y sintiendo tu olor en las sábanas. Mientras dormía, tu mano se ha juntado a la mía, y ha sido lo primero que he visto al abrir los ojos.