Pausa, distancia... aire.
Cualquier tipo de espacio está limitado. La atmósfera por la
capa de ozono. Una amistad cuando la confianza es amor. Un hogar por la
cerradura de la puerta.
Y a menudo es necesaria una llave. Llaves que abren
corazones. Llaves que te abren paso a un mundo impartido por tus reglas. Llaves
que abren etapas de madurez. Llaves que abren esperanzas. Y llaves que dan
portazo a rutinas.
Espacios individuales, espacios compartidos. Espacio contigo,
espacio con oxígeno. Espacio nuevo, espacio suficiente para soñar, también sufrir,
por mi cuenta y riesgo.
Hoy, en la prueba médica, me ha hecho gracia “¿Sois pareja? Siéntate
aquí y levántate la camiseta”. He aguantado más de lo que me creía capaz, pero
el límite es repentino, como siempre. Espacio insuficiente en mis pulmones,
arterias… o lo que sea. Otra vez, espacio.
Espacio también es un bien material. Y, ¿sabes? Cuando estoy
contigo, sin necesidad de contacto físico ni hablar, una especie de cúpula se
cierne sobre nosotros y crea NUESTRO espacio. En la calle, en casa, en el
médico, mediante una llamada de teléfono, no importa. Ahora mismo estoy
compartiendo espacio contigo, porque mi corazón está pensando en ti y hablando
de cosas relacionadas contigo. Me duermo contigo, sueño contigo, me despierto
contigo, tomo café contigo, respiro contigo. Lo mejor es que no hay cifras de
metros cuadrados ni nada que delimite nuestro espacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario