Cuando llamé amistad a quien me utilizó.
Cuando callé mil veces no.
Cuando no me fui.
Pero me empecé a querer cuando mis ojos buscaron sonreír.
Cuando mi cuerpo tuvo confianza de mis propias manos.
Cuando me alejé de las personas interesadas.
Cuando salud empezó a ser más que latir y cifras.
Lágrimas inevitables al confesar estas líneas.