1 dic 2012

Días en los que no existe un filtro

Hace poco leí un libro en el que la protagonista sufría un traumatismo frontal. Consiste en eso. Todos los pensamientos salen por la boca, de tirón. Y hoy me pasa, no sé porqué. Demasiadas veces me avergüenzo de mis propios pensamientos y los cambio. No tengo prejuicios, pienso que todas las personas pueden cambiar cada día, pero más de una vez, por esa bondad y confianza en el ser humano, he sufrido engaños. Y aun así, por mucho que parezca pecar de atontada, desde el primer momento etiqueto de alguna manera a las personas. Porque una mirada basta para saber mucho. Que miren a los ojos, que sus ojos brillen pero poco (sin miedo). Son detalles. Luego está la voz. Hay personas que cambian el tono de voz al hablar por teléfono o en público; y otras que no; voces que no tienen miedo al qué dirán, que no necesitan ningún guión, que, si estropean las cosas, lo aceptan y van a por otra.

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