Respirar con el suelo pélvico? Contar ovejitas? Nada de eso
me vale ni me valdrá para conciliar el sueño. Esta madrugada, desesperada por
descansar, he imaginado que mi colchón era tu espalda; ha funcionado. Y también
en el tatami he imaginado que era el peso de tu cuerpo el que sostenía mis
hombros y mis piernas, tu aliento el que rozaba mis articulaciones; y he podido
respirar sin dificultad, se han pasado los cuarenta y cinco minutos como si
fueran diez. No he sentido ningún tirón, ninguna sobrecarga; porque tu aportas
a mi realidad una calma imperturbable, lo sabes. Conozco y adoro tu ironía, y,
más aun, tu lado cariñoso. Me parece que muy pocas personas saben de su existencia,
pero yo no concibo una vida sin esa paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario