Toca sonreír y decir que eres feliz. Dar gracias por lo que
tienes, por haber pasado un año más. ¿Cómo? ¿Con qué cambios? Eso da igual;
todo culpa de la Navidad comercial. Asociamos FAMILIA a una conmemoración religiosa.
¿Por qué? Esto es mucho más que “sonrisa de maquillaje”. Parece que está
prohibido sentir soledad en estos días. Y todo por “moda”, costumbres…
sociedad.
Por otro lado, los pequeños esperan deseosos a recibir
regalos, todo bienes materiales. Qué culpa tienen ellos. Yo hace tiempo que no
pido deseos por escrito, aprendí que los abrazos no son cuestión de palabras ni
reglas.
Recuerdo, de pequeña, estuve tentada a pedir un imposible a
los Reyes Magos; total, son mágicos. Pero era totalmente imposible. Ahora no;
mi deseo puede hacerse realidad. Es cuestión de suerte. Quiero… no sentir frío.
Y no me valen pijamas, ni batas… ni una sauna. Quiero, necesito, calor
emocional. Hace no tanto que una mirada, su mirada, me dio el calor que
necesitaba para recuperar el aliento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario