24 may 2015

Saltar con red

¿Recuerdas la primera, y única por ahora, vez que fuimos al cine?
No diré el título. A ver si lo adivinan los que lean este blog.

Primero fue saltar de un edificio a otro y después a un tren; para terminar, un hueco dudoso.
La protagonista no se echó atrás, pese a temer que no volviese a pisar suelo firme.

Hasta ahí puedo leer.
Es más: creo que me he pasado.

Todo esto para qué?
Hoy tú y yo hemos "saltado", pero nuestros oídos no sentían vértigo, sino un ritmo marcado, ya casi memorizado.
Compases nuevos, giros nuevos.
Y hoy, más que nunca, me habría quedado allí.

Se me encoge todo al recordar esa seguridad.
Y ahora en mi casa, mi sofá me parece un lugar frío, sin vida, un completo desconocido.

Un libro, galletas y el mando de la tele.
Pero está vacío. Ni siquiera te has sentado en él (recuerda que este sofá es "nuevo ")
No conoce nuestras espaldas apoyadas, nuestro susurros, nuestro baile, mis agarres, mis mordiscos.

No sabe nada.
Todo ser, animado o no, merece una novatada. Y no hace falta decir que se la daremos.
Pero esta noche estoy aquí. Acurrucada en el brazo de un desconocido, que intenta ser amable y darme suavidad, pero no.

Quiero volver a saltar y sentir la adrenalina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario