22 oct 2015

Coleccionista

GLo confieso, siempre lo fui.

La primera vez fue con cromos de Pocahontas.
Más tarde Barbie.

En ese verano de madurez emocional forzada fueron Pokemon.
Tal vez por eso nunca me gustó ese mundo de fantasía.

También recuerdo mis cuadernos de casa con listas eternas de películas.

En Formula secreta de los abrazos dejé claro que también he coleccionado abrazos.

Cumplí mi mayoría de edad con una canción de Camila como nana. Colecciosta de canciones se llamaba.

Cualquiera que me conozca sabe que por esa época empecé con los cafés.
Locales, compañías, fechas.

Allá por el 2011 me dio por coleccionar también besos, con sabor a cubatas, con olores, con canciones.
Y en ese mismo verano comencé a coleccionar en mi memoria partes de cuerpos. Cada curva de una mano, por ejemplo.

Y luego apareciste tú.
Listas de lugares nuevos.
Listas de sabores.
Listas de la compra.
Listas de autobuses.
Listas de partes favoritas de ti.

Desde cierto miércoles en Mucho más que un bar de copas te repito que tengo las cosas claras.
Vi que estás y siempre has estado hecho a diseño para mí.

Aun adorándote entero, es normal tener una mini lista de mis calles favoritas.

Me perdería en tus manos.
Me enredaría en tus rizos.
Naufragaría en tus ojos.
Y me quedaría a vivir en tu boca.

Cuando completas un álbum de cromos siempre conservas aquellos repetidos que siempre fueron tus favoritos.

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