14 sept 2016

Mil y un olores

Con un libro de Marc Levy aprendí que la memoria olfativa es infinita.

Y es curioso que hoy, tan ocupada, tan sin reconocer lugares, haya sentido tantos olores salidos de la nada.
Hierba recién cortada cerca del río, pero mi mente impregnada de canela; asociada a los postres pero no dulce.

Despertar a la misma hora que ayer, pero sin la excusa de una tormenta; y con olor a frío.

Cafés que no huelen a café, librerías que hoy no huele como el resto de días.
Días raros.

Vale, puede que sí sea caprichosa de improbabilidades. De imposibilidades a veces también.

Y puede que hablar contigo y decirte que estoy agotada sea la manera más tierna de decirte que no puedo más con esta semana.

Ayer se me quedó mucho rato la colonia de tu hermano en la cabeza, tal vez las lágrimas absorban olor, yo qué sé; sé que es una tontería.
Pero creo que necesito esos olores.
Como el olor a suavizante en tu almohada, tu cuello cuando me abrazas.

Loca?
Tal vez, por mil y un olores.

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