Siempre serendipia.
Sentí frío por mucho que me tapase. Necesité como oxígeno a todas las personas que no estuvieron. Y de golpe, a casa. Con sábanas suaves, galletas y sofá, pero no estaba.
Las promesas pueden no ser más que palabras ordenadas para vender ilusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario