Sueño con regresos imposibles, que creo necesitar, pero que también implicarían un csmbio insoportable a mi realidad.
Retroceder en el tiempo y pisar aulas de madera y espejos, calzar puntas, gel de brillantina y mil horquillas, pero sin saber valorar compases de música más allá de pianos.
Regresar a cumpleaños llenos de bolas de plástico y toboganes azules, pero sin distinguir los amigos de verdad.
Gotas de mayfer mezclada con Rey León, pero sin lecciones de Hugo Boss, Azul o Black XS.
Nesquik a cucharadas, pero también fue chaca con mayonesa y filetes con especia moruna.
Té verde con una ramita de hierbabuena, mojitos en el Ambigú y alguna vez besos de cerveza y nestea.
No quiero volver, ni por todos los cafés con leche y acordes de guitarra del mundo.
Paredes multicolor y un post-it que prohibe gritos y violencia.
Esa es la diferencia. Antes podían servirme muebles blancps y huidas a Idhún o los claros del bosque Mercy Falls.
Mis últimas escapadas han sido... mar y arena. Y piel.
Lo demás sobra.
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