Siempre serendipia.
La cama cada vez más grande y mis peluches cada vez más olvidados.
De bebé, o el chupete de goma dura o ningún otro. Y puede que pase lo mismo. O tú o nada.
Un peluche termina en el suelo, no se-mueve, no late. Tu ronquido suave es mi nueva nana.
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