Y hace unos meses, tras romper brutalmente con Aunque tú no lo sepas, repasé esa otra composición.
Todo cuadraba.
Volví a la fase de escuchar voz o instrumento, y romperme.
A menudo removerme tanto por dentro que las lágrimas contenidas se desbordan con un par de acordes.
Ahora mismo, me llevas a un directo de batería, y rompo igual.
Si no bailo, mal.
Si no canto, mal.
Pero puedo intentar aprender a acurrucarme con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario