El límite de paciencia de cada persona es distinto,
independiente de cualquier norma general. Pero sí hay algo que todos tenemos en
común. La paciencia no es eterna, y, aunque no estallemos en ese momento, eso
no se olvida. Un rencor inevitable, a mi forma de ver. Y muchas veces nos
equivocamos, nos negamos a perdonar, no aceptamos otras posibles posturas; pero,
que me llamen egoísta, cuando sentimos rencor por haber pasado ese límite, me
parece de sobra justificado. Son momentos duros, en los que dejas de ser tú
mismo y pierdes la cabeza, en los que tienes miedo. Y me parece que esta vida
ya es bastante complicada como para arruinarla con todo el dolor que produce
pasar este límite. Me he parado a pensar y… puede que me quede alguno, pero los
rencores principales de mi vida, tienen su inicio en diferentes saltos del
límite. A día de hoy procuro ignorar todos esos recuerdos y hacer como si no
fueran más que imaginaciones, pero detalles tontos me restriegan por la cara
esa sensación de olvidarte de la coherencia, de querer golpear una farola hasta
romperte algunos huesos, de derribar una pared… y si me cargo un edificio me da
igual, el mundo no entendería mis razones para haberlo hecho. ¿Solucionaría
algo? Todo seguiría igual: pobreza, corruptos, gente que utiliza a sus iguales,
la crisis, la soledad… Nada cambiaría. Y no me parece justo decir que con que
dos personas quieran lo mismo es posible conseguirlo. ¿Cuántas militares luchan
y mueren en guerras buscando paz? ¿Cuántas familias no consiguen sus derechos
básicos? ¿Cuánta gente, loca por una razón para vivir, se suicida, por estar
ciega y no valorar los pequeños detalles? ¿Cuántas parejas ven su vida rota,
frente a un notario a punto de firmar su divorcio, porque se equivocaron?
¿Cuántos jóvenes y no tan jóvenes sienten su vida vacía y dejan de creer en el amor?
Faltarían mil preguntas sin respuesta. Dicen que estas preguntas se van
contestando solas a lo largo de la vida; me parece extraño, pero ojalá. Significaría
que la vida al final es clara.
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