27 abr 2013

Se avecina el verano. Y con él, un gran cóctel de emociones.


Ya esta mañana había empezado a escribir un blog nuevo, pero no me convencía. Esta noche ya puedo decirte que NECESITO verte. Esta tarde he compartido estancia con dos puntos CONTRA de mi lista, sin ti; no sé cómo lo he soportado. Supongo que simple sentido de superación. También han habido unos segundos en los que he pasado a menos de medio metro de un gran amigo y del primer punto contra de mi lista. Calma. Eres el único en mi corazón, pero no el único en mi cabeza. Hace una semana desconecté totalmente de mis tormentos, bueno casi. Abandoné durante unas horas zonas que enmarcan pesadillas para instalarme en una casa entonces desconocida. Sangré un poquito, mis leguins por poco mueren y en cierto momento tuve que salir al balcón para recuperar un poco de aire. Pero no estuve sola. No soy superficial ni nunca lo seré; pero mi corazón se acomodó a muestras de atención desinteresadas. Y te quiero, mi corazón te necesita, pero mi cabeza, esa que a veces va contra mis emociones, se plantea la posibilidad de no esperarte como una tonta y probar algo. El problema es que tal como están las cosas, queriéndote, me niego a engañar a nadie, me niego a probar cualquier cosa con alguien que no seas tú, porque, a la larga, sería jugar con él, utilizarle, hacerle daño.
No sé qué hacer. Mi intuición me dice que puedo apostar por ti, que la edad no es una barrera, que puedo llamarte cualquier día y tomar un café donde sea, porque podemos hacerlo. No voy a hacer nada, solo quiero saber tu postura, tu decisión, tu versión.
Y, según como se dé esa versión, ya veré a ver. El verano siempre es un coctel de emociones, y este año voy a pillar una buena borrachera, me lo veo venir. “Nunca mezcles bebidas dulces” Y esto va a ser como beberse a palo seco una botella de Pacharán. Tú conoces todos mis traumas, mis debilidades, mis miedos y siempre me has insuflado el oxigeno necesario para sobrevivir. Él no tiene mérito comparado contigo, apenas nos conocemos el uno al otro. Pero igual que tus ojos consiguen perderme, los suyos son de un suave y dulce tono caramelo; no me otorgan la misma paz que los tuyos, pero el color marrón siempre ha sido mi favorito, en cuanto a ojos. Tengo que hablar contigo, y con él. Con él no hay problema, Internet acorta una distancia de cuarenta minutos en coche, y no le oculto nada. Pero tú.











Enamorame, amor

No hay comentarios:

Publicar un comentario