Estoy hecha un lio. Se supone que estoy perfectamente de
ánimo porque veo que no soy tan impar en esta vida y que ciertos sujetos no
merecen mi pánico. Pero en esos momentos en los que desconectas, a veces tardas
en volver a conectar con la realidad; ves a alguien y le tratas como tu corazón
necesita tratar. Un gran deja vú. Entiendo
que quien acompañaba al “portador de mi recuerdo” pueda haber pensado que estoy
loca, aun respetando el brillo de mis ojos acompañado de una sonrisa. Pero diez
segundos después he roto a llorar, aunque he luchado contra ello. Y ahora otra
vez; solo que ahora tengo mi osito de peluche abrazado. De hecho no consigo
escribir más de una frase sin llorar… ¿por qué? Se supone que estoy bien, que
no tengo miedo ni frío, porque está conmigo; y también porque mi vida por fin
tiene algo de color. “Es bueno llorar”, dicen. ¿Es bueno aferrarse a un
recuerdo y dejar que la vida fluya ajena a mí? No va a ser para nada justo que
cargue a “Caramelo” con esta paranoia, ni a “Océano”, claro. Ni siquiera
termino de ver coherente explicarle mañana “el acompañante del portador”. Ha sido
algo puntual, ¿y? Se supone que esta persona debe conocer mi salud física y
parte de psicológica. Que sepa porqué hoy ha visto mi sonrisa, ya que sus
clases no se quedan solo en el tatami.
(por favor)
Enamorame, amor
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