6 may 2013

Carta a destinatario anónimo



Quería darte las gracias por animarme, por cada vez que me llamas peque o guapa; también por darme ese empujoncito para vencer los ataques de ansiedad. Ayer oí por primera vez tu voz al otro lado del teléfono, y no estaba nerviosa. Un día antes compartí estancia con “Océano”; y la cosa cambia mucho. No tuve ansiedad, pero no gracias a él. Es uno más, sin ningún extraño poder sobre mi ánimo. Y me pone nerviosa ver que tú empiezas a darme paz; no nerviosa sino loca. Porque no quiero correr, pasito a pasito mucho mejor; puedo pensar que, vale, me cambias, pero, en lugar de paz, prefiero llamarlo tranquilidad. Prácticamente es lo mismo, pero suena mucho más natural. Sigo fantaseando con cierto comportamiento tuyo, intentando que se ajuste a lo que yo quiero. Me estoy ilusionando, lo sé, y no lo soporto. Pero es que te lo estás ganando a pulso, por ahora; me tratas de manera dulce sin dejar al margen la realidad y, como ya he dicho, me has dado el empujoncito que necesitaba para reconocer que la situación no merece que me hunda. Es una tontería, pero lo valoro muchísimo, tal vez más de lo necesario. Quisiera que tuvieras accesibilidad a otro tipo de comunicación.

Y sé que ahora eres tú el que necesita un empujoncito para un pequeño avance, no se me olvida; por eso te transmito toda la suerte que cabe en frases escritas.
 
 
 
 
(Vuelvo a firmar cada entrada, aunque no estoy segura de que sea lo más adecuado)
 
 
 
 






Enamorame, amor

No hay comentarios:

Publicar un comentario