17 jun 2013

Madrugada en soledad





Ya había olvidado mi dificultad para conciliar el sueño. Serían las tres, no lo sé; solo sé que mi cabeza vagó recordando detalles de esos momentos que marcan un antes y un después. Mi última visita a “Italia”, esa mezcla dulce ingerida en “22 horas sin dormir”, “Regálame Marte”, “Muérdeme la boca”, varios de los candidatos a “Fórmula secreta de los abrazos”, por supuesto J., Océano y Caramelo… pero también un tocayo de Océano: sus palabras tranquilizadoras el martes pasado. Cada temblor por hipoglucemia en el gimnasio, todas las pesadillas reales que justifican mi lista de Contra, abandonos, frases dolorosas, ausencias.

Echo de menos los sueños, dicen que son emisiones nocturnas del subconsciente. Hace años soñé que estaba tumbada en un jardín, al lado de un supuesto novio; recuerdo su juego, sus manos acariciando mis piernas. Como era un sueño, no le vi la cara, pero recuerdo mi sensación, era como si el mundo empezara de cero. Sin traumas, sin miedos.




















Enamorame, amor

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