La mayor parte de lo que nos rodea pasa totalmente desapercibido;
como por ejemplo, esa emoción que nos (me) embarga durante una décima de
segundo, al oler un café natural.
He elegido este título porque, viniendo a casa, he decidido
que es el que mejor abarca lo que tengo que contar hoy. Cuando hemos entrado a
ese bar, te has acercado a la barra y yo esperaba sentada a unos tres o cuatro metros
de ti; he vivido segundos de confusión y rabia, por los mareos que me siguen
asaltando en los momentos más inesperados, pero todo ha cambiado acunado he
alzado la vista y te he visto a ti, haciéndote un hueco en la barra. ¿Cómo no nos
dimos cuenta antes? ¿Por qué encajas tan bien con mi pieza del puzle? En esos
momentos mi corazón latía agitado por tenerte cerca pero lloraba por tenerte
cerca. Sé que es absurdo hablar de cercanía entre nosotros; estamos tan cerca
que aun no entiendo cómo no nos duele respirar tanto aire. En Sobrenatural,
Karol decía “Entonces su respiración valía por dos”, pero no hablaba de latidos
ni cuestiones de alimentación.
Será mañana la segunda vez que me acompañes al médico. Según
dices, vas a insistir en que no estoy bien. Es lógico; tú no tienes porqué
ocuparte de todo aquello que un profesional sanitario deje sin hacer. Y puede
que no te cueste, porque los cuidados prestados a un trocito tuyo no es otra
cosa que autoprotección, pero no deja de ser injusto.
No niego que yo haría lo mismo. Puede que mi capacidad para
dar amor no sea tan grande. Perdón, cambia “dar amor” por cuidar físicamente.”Si
tú te cortas yo sangro”. Menuda frase más “impersonal”… pero explica lo que quiero decirte. Aunque yo
requiera mucha más atención, física, que tú, ¿sabes el “orgullo” que siento al
poder ofrecerte un sobre de ibuprofeno cuando estás mal? ¿Sabes a qué nivel me
taladran tus lágrimas? Sí, me taladran, pero me hacen ver que también sé
desvanecer tus pensamientos grises.
Me gusta ayudarte, me gusta que confíes en mí, me gusta
verte reír y también me gusta que te cueste tanto irte de mi lado. Porque veo
que no eres un capricho, sino una necesidad. Y mi mayor realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario