15 abr 2014

Grandes realidades

La mayor parte de lo que nos rodea pasa totalmente desapercibido; como por ejemplo, esa emoción que nos (me) embarga durante una décima de segundo, al oler un café natural.
He elegido este título porque, viniendo a casa, he decidido que es el que mejor abarca lo que tengo que contar hoy. Cuando hemos entrado a ese bar, te has acercado a la barra y yo esperaba sentada a unos tres o cuatro metros de ti; he vivido segundos de confusión y rabia, por los mareos que me siguen asaltando en los momentos más inesperados, pero todo ha cambiado acunado he alzado la vista y te he visto a ti, haciéndote un hueco en la barra. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? ¿Por qué encajas tan bien con mi pieza del puzle? En esos momentos mi corazón latía agitado por tenerte cerca pero lloraba por tenerte cerca. Sé que es absurdo hablar de cercanía entre nosotros; estamos tan cerca que aun no entiendo cómo no nos duele respirar tanto aire. En Sobrenatural, Karol decía “Entonces su respiración valía por dos”, pero no hablaba de latidos ni cuestiones de alimentación.
Será mañana la segunda vez que me acompañes al médico. Según dices, vas a insistir en que no estoy bien. Es lógico; tú no tienes porqué ocuparte de todo aquello que un profesional sanitario deje sin hacer. Y puede que no te cueste, porque los cuidados prestados a un trocito tuyo no es otra cosa que autoprotección, pero no deja de ser injusto.
No niego que yo haría lo mismo. Puede que mi capacidad para dar amor no sea tan grande. Perdón, cambia “dar amor” por cuidar físicamente.”Si tú te cortas yo sangro”. Menuda frase más “impersonal”…  pero explica lo que quiero decirte. Aunque yo requiera mucha más atención, física, que tú, ¿sabes el “orgullo” que siento al poder ofrecerte un sobre de ibuprofeno cuando estás mal? ¿Sabes a qué nivel me taladran tus lágrimas? Sí, me taladran, pero me hacen ver que también sé desvanecer tus pensamientos grises.

Me gusta ayudarte, me gusta que confíes en mí, me gusta verte reír y también me gusta que te cueste tanto irte de mi lado. Porque veo que no eres un capricho, sino una necesidad. Y mi mayor realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario