Me quedo con la segunda acepción
Que tiende a no coincidir con las ideas y tendencias
sociales, culturales o económicas de otro u otros.
Romanticismo y París. Hippie y drogas. Cristianismo y contra
el aborto. Cielo e infierno. Pobreza e infelicidad. Ahorro y avaricia. Deportista y culturista. Camarero
y gigoló. Enamorad@ y feliz (*).
Son algunos de los muchos términos que TODOS asociamos al
momento, sin poder evitarlo. Y es el resumen de un gran prejuicio. Lo peor es
que el 90% del mundo se niega a aceptar este error. Que seas italiano no
significa que comas pasta cada día, ni un francés tiene que ser romántico o un
español saber torear. Ejercer de bombero no elimina el miedo.
(*)
Hay personas que transforman la confianza en vulnerabilidad,
manipulan a la otra persona y le impiden cualquier tipo de queja o réplica. En otras
palabras, le roban el oxígeno. ¿Maltrato psicológico? Yo prefiero llamarlo
tortura emocional terminal.
Por suerte, existen personas con una seguridad personal
enorme que se niegan a que nadie decida por ellas. El miedo en lugar de
cerrarse sobre sus corazones, les hace despertar. Es entonces cuando se burlan
en la cara de todo lo demás. Puede que no sea fácil catalogarlas en “fuerza”, “rencor”,
“debilidad”, “masoquismo”, “conformismo”…
Sí, solo hay una vida, y todo el mundo espera que hagamos lo
que debemos. Pero solo nosotros tenemos el poder de equivocarnos o acertar.
Mi meta en al vida ha sido muy clara, siempre. Los medios o
motivos han podido variar, pero, cuando te vas de vacaciones, te dicen ¿A dónde
vas? o ¿Qué tal en ese sitio?; poco importa cuánto tardase el avión. Puede sonar
radical, pero yo me alegro de haber cometido todas y cada una de las locuras
que he vivido. De no haberlas cometido, seguramente ahora no sería tan feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario