16 mar 2015

Madurez

No me preguntes porqué, pero, desde hace cierto tiempo, aprendo a velocidad de vértigo, es como si madurase diversas aptitudes al mismo tiempo.

Hace muy pocas entradas, si no esta última, hablé de mi Yo pasado como una chica sin aspiraciones, sin objetivos.
Pero me he dado cuenta de que la YO de hoy tampoco tiene muchos objetivos. Ni los necesita.

Vivir sin demasiados planes; con sueños, por supuesto. Pero sin presiones, sin dependencia de esa vida en subjuntivo.
Aprendí que los miedos se comen un gran porcentaje de vida, energía... sobre todo de ganas.

Y ganas es lo que tengo en este tiempo. Desde que me levanto hasta que me acuesto. Ganas de sentirte; no sexualmente, ni físicamente... de sentir que eres real. Tus latidos, tu respiración.

Lucho por el equilibrio de corazón y mente, igual que el de cuerpo y alma. Pero no puedo, ni podría, equilibrar materias tan diferentes.

Mi cuerpo, como algo físico, muchas noches te echa de menos o siente escalofríos al rememorar.
Pero en sentido emocional... soy feliz.

Puede que ahora, que tengo una parte mía de mundo, que no es tuya(ballet), me sienta menos dependiente, más segura. Y en cada estiramiento, en cada ejercicio de yoga tirada en el pasillo de casa, me acuerdo de tu cuerpo.

De lo pequeña que me he parecido siempre, y lo grande que me siento contigo. Y pensar que estos ejercicios me van a mejorar. Debería darte miedo, pero como siempre, sé que lo odias, te hago la pregunta de Aladdin: ¿Confías en mí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario