8 abr 2015

Nuestro

Mis extraños estados anímicos se diluyen cuando atravieso el parque que lleva a tu casa pisando el césped.

Y me alegra que hayan cesado las heladas y lluvias porque sentir la naturaleza tan cerca de mi piel me recuerda que mi realidad es tan real como natural.

El mero hecho de sentir ya es único, pero saber que no hay terceras personas, que en su día se creyeron superiores para manipular y decidir, es lo que me enamora.

Puede que sí, haya tramos de ese jardín carentes de hierba, embadurnados de barro e intentos de brotes verdes, pero adoro cada pequeño desnivel que me lleva a tu portal.
La travesía dura cuatro minutos, mucho menos que el complicado laberinto asfaltado, mucho menos que un año y un mes.
También mucho más que el tiempo que tardo en pensar en ti cuando me despierto. Mucho más porque el umbral se limita a décimas de segundo.

¿Y lo bonito que es pensar en ti? Vivir pensando en ti. Pensar que en un futuro, próximo o no, todas las acciones que llevo a cabo a lo largo del día cambiarán su conjugación a un plural.

No somos iguales, ni lo seremos. Simplemente será otra dimensión. un "nuestro" con apéndices.
"Nuestra" compra, con chocolate negro para los dos, helado de café para los dos, salsas picantes para mí y quesos para ti. Pero será NUESTRA.

Nuestros proyectos, nuestras ilusiones, nuestras manías, nuestros intereses...

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