3 abr 2015

Nunca jamás

Las historias de Disney inspiran formas de vida desde muy pequeños.
Las vergonzosas mentiras de Pinocho o la sumisión cruel de Cenicienta.
Yo soy de Peter Pan.
Vale, volar es difícil y las sirenas también. Pero los niños perdidos eran eso, niños, perdidos entre la cruel las adultas de los piratas.
Pan insistía en una infancia eterna,  una inocencia sin fin y una vida continua Carpe diem.
Jugar y jugar. Y disfrutar. Sobrevivir a base de ilusión y la luz que destinaba Campanilla.

Puede que me haya convertido en adulta y conozca la crueldad del mundo, pero no pierdo la ilusión y la luz.
Ya no es Campanilla la que me aporta su magia y su luz.
Sino tú.
Tú me orientas para que no caiga.
Tú me acompañas en los caminos difíciles.
Tú ríes conmigo jugando a ser niños.
Tú compartes recuerdos y conoces los míos.

Juntos poblamos Nunca jamás.

Allí no han no hay sitio para miedos patológicos ni tormentas que arruinan sonrisas.
Allí el maquillaje es indeleble, son sonrisas.
Allí no hay relojes dentro de cocodrilos porque hace tiempo que todos quedaron tumbados.
Allí no hay habladurías.
Allí no hay ciegas envidias.

Tan sólo luz e ilusión.
Taan solo tú y yo.

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