7 may 2016

Pequeños grandes detalles

Sabes por qué me gusta tanto pensar en ti y estar contigo?

Porque, aunque tú sólo fuiste la tecla correcta, cambiaste todo.

Si pienso en ti, en estos meses recorridos a tu lado, veo entregas puras, sin esperar recompensa, veo sonrisas tímidas.
Veo decisiones forzadas que en las que no estuve sola.
Fechas difíciles, más fáciles.

Veo insomnio calmado, peluches que han pasado a ser míos, tuppers rectangulares, redondos y de cristal.
Carrito de la compra tan cargados que se atascan en las baldosas.

Oigo claro de luna como banda sonora de un beso.
Oigo Quédate a dormir en mi cabeza cada día que has venido a casa.

Veo el armario blanco de mis cosas de danza y recuerdo que no encajaba bien un estante.
Cada producto de supermercado que he comprado contigo, esa marca concreta, dilata mis ojos cuando la veo en cualquier lineal.

Puede que un relajante muscular y el antihistamínico me hayan llevado de nuevo a mi estado marmotilla.
Sé que ayer apenas te dije buenos días, pero despertar a tu lado es una de esas cosas que no necesitan definirse.

Tal vez porque lo tenga reciente, pero Quédate a mi lado, de esa autora que acompañó el primer viernes siendo más que amigos, es la frase que te escribí con mis manos un día que dormías.
Quédate a mi lado es el cambio que puede provocar una persona en alguien perdido, las ganas que surgen sin promesas.

Quédate es imperativo, no se me ocurre decírtelo.
Ya no.
Sólo diré que el día que lo hagas, no buscaré libros, apenas veré películas.

Ya te atreviste a quererme, hiciste arder más de un verano y pusiste voz a lo que necesitaba para volver a ser yo.

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