Llevo dos horas haciendo tareas de casa, con la música descargada desde hace años, y la mayoría de las canciones que escuchaba entonces hablaban de vacíos.
Ahora entiendo que encontrase refugio entre esos versos.
Pero qué lejos las siento.
A día de hoy, no hay UNA canción que parezca escrita con mis latidos.
Contigo, tus manos, nuestras risas y sonrisas. Ojos que brillan, gargantas secas por miedo a romper la magia, susurros y caricias como despertadores.
Como hace años, estaría bien que pudiese tocar la guitarra.
Contaría todo y nada. Como aquí.
La pena sería la competencia de mis dedos sobre cuerdas de guitarra o sobre tu espalda, entre tus rizos.
Ya no sé qué arte me convence más.
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