24 jul 2016

Pausa

Admito mi hipersensibilidad.

Hay temas, muchos aún, que me hacen romper, aunque estén en la pantalla, aunque estén grabados hace una década.

Lo peor es que no sólo sufren mis pensamientos.
También mis ojos, mi esófago, mis piernas y, lo más injusto, tú.

De repente me callo y dejo de respirar, o lo hago muy acelerada.
Me giro en la cama, y no sabes si estoy dormida, pero ni siquiera parpadeo.

Sin saber qué hacer, rebuscas en mi espalda.
Hasta que encuentras el hueco entre costillas donde necesito tus manos, sujetando para ayudarme a respirar, para no olvidar que entre lágrimas hay espacio para vivir.

Al final vas a tener razón, y habrán cosas que no supere.
Lo peor es que no podrás decirme que es porque pienso demasiado.

Mi cabeza no controla lo que mi estómago rechaza.

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