Cualquier vida, como las películas, con un par de escenas bonitas ya vale la pena.
Y digo películas porque es una manera rápida de guiarme en el tiempo.
Los domingos de mi infancia necesitaban ver Bambi, a saber porqué.
Luego estuvieron los viajes a Nunca Jamás.
Magia escolarizada, magia mas tarde de emociones.
Estuvo un oso de peluche en una peli «de mayores» y no sé cuántas más.
Estuvieron kleenex y helado, estuvo una mano que apretar en una escena difícil de Will Smith.
Y la hubo en dibujos y la habrá de nuevo, habrá la rosa de la paciencia.
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