Ya hablé de esto, pero es algo que me impacta. Recordar con
rencor, pero sin dolor. Y no solo me refiero a los malos recuerdos, sino también
a los buenos. Esos buenísimos recuerdos que nunca van a volver. Porque también puede
ocasionar dolor la certeza de que no volverán. A esos momentos se les guarda
rencor también, pero del bueno. Es decir, jamás podré olvidar algo tan
importante y me toca aprender a vivir con ello. Sonreír por un pasado
inolvidable y encontrando esperanza de porqué terminó. Porque el destino guarda
algo aun mejor. Esperanza, destino, amor… Karma, Dios, energías…. Cuestión de
fe. ¿Qué mueve el mundo? Cada uno tiene sus creencias o la ausencia de estas. Y
hace bien, porque nadie puede imponer mayor o menor autoridad a una creencia u
otra. Con esto recuerdo un monologo de comedia que dice “No sabemos cuál es la
religión de verdad” Tal vez todas sean verdad. Cuestión de marketing. La
necesaria competencia. Pero al final muchas marcas se hacen un hueco en el
mercado. Igual con las creencias. E igual espero que nos pase con el amor. Porque
el amor no depende de físico, ni raza, ni edad, ni ideología… el amor es amor. Pasa
y ya está. Y la mayoría de las veces cuando menos te lo esperas. “Yo controlo,
yo controlo. Es solo diversión” O no. “Pero, ¿cómo me voy a enamorar de éste?”
Pues a lo mejor “El amor no está hecho para mí…” Eh, tú, que eres como todos. A
todos nos toca tarde o temprano enamorarnos. Puede que no sepamos cómo darle
uso, puede que lo maltratemos o puede que soñemos nuestra vida. Y yo espero dar
buen uso cuando llegue el amor. Hasta entonces: amor a la vida y creencias aparte.
Te esperaré. Aun no te conozco y ya muero por ti. Ya te echo de menos.
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