24 oct 2012

Lluvia

Da vida. Ya se sabe, el ciclo del agua. A veces temerosa, en tsunamis e inundaciones, pero básica. También hay diferentes opiniones en el plano emocional. Hay a quien dejarse empapar por las gotas fuertes le provoca libertad, fuerza; hay quienes opinan que esos días son apagados. Y yo tengo que hacer referencia a una serie de televisión, en la que dos enamorados decían “Parece que va a llover/ ¿Parece que va a llover significa que me quieres?”; y otra película romántica en la que la protagonista dice en cierto momento “No me gusta la lluvia. Es fría” ¿Y yo con que versión me quedo? ¿Es fría o significa tequiero? He de decir que comparto esa teoría de la libertad y la fuerza, que sueño con besar bajo la lluvia. Pero también admito que cada gota de lluvia parece simular una lágrima. Mi teoría es que “los días de lluvia nos hacen vulnerables, pues perdemos toda la valentía, todo el control sobre el mundo, y no podemos más que desnudar nuestros pensamientos. Nos avergüenza ser frágiles” Por eso puede no gustar. Pero a mí me parece necesaria, necesaria para cada persona – doy por descontada la importancia que tiene en la vegetación y la hidratación de cada ser vivo -. Veo necesario que recordemos cuál es nuestro lugar en el mundo. Que no podemos terminar con una vida a nuestro antojo. No podemos extinguir una raza entera. Porque nos han dado la oportunidad de vivir miles de experiencias, han elegida por nosotros y han elegido bien. Quiénes somos nosotros para decidir por nuestro entorno. Qué tendrá que ver esto con la lluvia; pues porque yo creo que es lo que debemos recordar. Con lluvia o sin ella. Porque el día que deje de llover, nos quejaremos, enfermaremos por deshidratación y… ya sabéis el final.

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