8 nov 2012

Vuelve

El sabor de la buena pasta, el olor del orégano esparcido sobre la ensalada. La magia impregnada en las paredes, en los pilares a modo decorativo. La impresión de un viaje a la Toscana. Y también vuelve la añoranza de esos sueños, esas ilusiones en las que la mesa es para dos y las copas se mecen al mismo compás. La sensación de que faltan detalles para hacer de esa escena algo real, algo que merezca la pena. Un lugar con tanta magia infravalorada… la apariencia rústica de la puerta, cada baldosa, la curvatura de la barra donde preside la caja registradora, el alto donde descansa el piano y la escalera que lleva al piso superior son detalles, de entre muchos, que habitan en mi memoria, grabados a fuego. Tengo ganas de que mis sueños se hagan realidad y poder disfrutar de una cena para dos, acompañada por el piano y el desenfreno de dos corazones.

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