Me obsesiono con el amor con demasiada facilidad. Doy más de
mis verdaderas posibilidades por la gente que quiero. Acostumbro a dar
demasiadas oportunidades. Y lo más curioso de todo es que ya no tengo agujetas
en el corazón. Ya apenas duele cada moratón, cada sueño hecho añicos. Cada
palabra cruzada con alguien preciado, cada simple mirada tienen un valor
incalculable. Son la bebida isotónica contra las agujetas emocionales. Sueño
demasiado, tal vez en un plano demasiado alejado de la realidad. Pero todo
improbable tiene un mínimo porcentaje de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario