25 feb 2013

Agua


Estudiar con la botella de agua de 2 litros al lado. Pasan 2 horas y la botella está a la mitad. Pero, entre tema y tema, mis ojos han vagado en el recuerdo y en el futuro imaginario; han segregado varias lágrimas, y ahora mis labios están acartonados. Sigo bebiendo agua, pero noto que estoy deshidratada.

Antes de desayunar, un vaso. En el gimnasio un litro. Estudiando, otro litro. Y entre las comidas, seguramente otro litro. Y aun así, deshidratada. Ya no me vale la excusa del sudor en el gimnasio, ni de que mi crema hidratante es mala.

Vale, ya no lloro. Pero qué más da. Los ojos no necesitan llorar para producir lágrimas. Digamos “llanto del alma”; me pide a gritos cambios, pero no puedo hacer nada, más que esperar. Poco a poco, la espera surte efecto. Buena alimentación combate las hipoglucemias diarias; ya hace un mes de mi último mareo. El cambio de crema ha podido con la sequedad de mis pómulos. Pero y mi corazón? Es un gran músculo, deshidratado.

1 comentario:

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