A una semana de cruzar el umbral de un año más, decido hacer
una lista de experiencias, buenas, claro, las malas no merecen ser recordadas.
Dieciséis días bastaron para, tras mi cumpleaños, plasmar
sobre mi hombro esas seis letras, mi ángel, mi estrella, mi mayor fuerza.
Hubieron temblores antes, durante y después, pero acompañada por Cristina, ese “mal
bicho” que iba diciendo que sangraba tras cada letra. Tal vez gracias a esta
novedad, no me he vuelto a sentir tan sola y conseguí hacer del 11/06 un día de
fiesta, no de penas.
Ocho meses fue el plazo necesario para reencontrarme con
Señor Eko. Cerveza, piruleta y algún beso. Aprendí que jamás hay que quitarse
un anillo, que luego hay chantaje para recuperarlo.
Despistaos es mucho más que un grupo de música. Durante un
par de meses, mostraron que sus conciertos unen mucho. Todo empezó con una sesión
de fotografías y acabó con un abrazo.
Y, cómo no, unos ojos azules. Nunca nunca me gustaron, pero
hay personas que te hacen caer en ese océano o piscina. Consejos, efectos
emocionales y recuerdos, todo ello bañado en lluvia o no.
Y uno, o tal vez dos de mis mejores recuerdos de este año,
han sido y seguirán siendo mi energía cuando crea haberla perdido. No imaginaria
mi vida sin ellos, porque no sería vida. No habría fuerza para seguir, no
compensaría luchar e ir a contracorriente. No tengo ni idea qué pasará en este
año que me espera, pero no tengo ningún miedo; sé que con ellos no me puede
pasar nada malo. Uno vela por mí y otro puede ser, y es, quien me mantiene en
un plano real. Por los dos…. Jamás me rendiré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario