Puede que me falte el aire al hacer determinados ejercicios.
Se me ha olvidado respirar. Hace ya meses construí una frase: Eres el oxígeno
de mis sonrisas. Ya sabemos que sin oxigeno no hay vida.
Puede que, tras años, haya vuelto a escuchar algunas
canciones concretas de rap. Es poesía urbana, cruda realidad que grita por ser
escuchada. Puede considerarse violenta la velocidad de los tiempos, pero puede
ser una escusa para sacar lo negativo. O tal vez escucharlas de nuevo sea solo
un dejavú hacia esa soledad que tuvo un final. Quizá sea el poder de pisar el
freno y huir de las caídas hacia el abismo.
Puede que, por muchas veces que me niegue a mí misma un
sentimiento especial hacia él, cada palabra cruzada ó cada semifusa de la melodía de su voz
consiguen que tenga calor en la tripa y que me pregunte si soportaría un futuro
sin él. Siempre podré llamarle, quedar con él, reír, compartir, estar
ilusionada… porque se hace con cualquier amigo. Por él me prometí ser fuerte y
no volver a caer.
Puede que la improbabilidad sea mi regla a la hora de elegir
de quién enamorarme.
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