30 abr 2013

Buenos días, universo


Me parece la mejor manera de escribir. No quiero obcecarme con el océano, ni el caramelo, ni Jorge, ni Sergio. Ni siquiera con el amor como tal.

¿Por dónde empiezo? Pues bien, me parece que tú y yo sabemos muy bien que no me voy a rendir; sabemos que hay mil contrariedades que alejan la probabilidad de los objetivos, pero siempre he sido una mujer apasionada por los retos. Hay retos que duelen, pero por eso mismo gustan. Correr una triatlón o, en mi caso, estrenar una tabla de ejercicios. Claro que hay agujetas al día siguiente, pero en una semana se te olvida. Cuando te acostumbras a esa pequeña molestia post-ejercicio, están los preciados estiramientos o el dichoso pique de superación. Y pruebas cosas nuevas, ves que puedes con ellas y que te gustan.

Universo, tú y yo también sabemos que mi sueño está más allá de la satisfacción de un día de ejercicio. He “idolatrado” estrellas fluorescentes llamándolas Esperanza, he dejado escritas a tinta en mi piel seis letras y, cómo no, jamás me rendiré no hay agujetas, jaquecas ni depresiones que me quiten los sueños. Siempre te he tratado lo mejor que he podido y sé que es cuestión de tiempo que me devuelvas el favor.

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