¿Sabes? Entre tanta duda y tanta inseguridad, tengo una cosa
bien clara. Hay amistades que no deben confundirse con válvulas de escape; también
sé que momentos compartidos de confidencia no tienen porqué haber excesos, no
es necesario alargar mucho un beso, ni abusar de las taquicardias.
En un plano aun ficticio sé que tú respetarás mis límites,
TODOS. No permitirás que me maree a causa de un largo beso, ni que ingiera más
alcohol del que soporte. Me cuidarás y dejarás que te cuide, compartiremos
absolutamente todo y, cómo no, seremos nuestras pausas diarias.
Como dije ayer, en cada pequeño tormento del día a día,
pensar en ti me da paz. Y ¿sabes? Por mucha “necesidad” que tenga de verte y
estar contigo, recuerdo mi plan: hacerte creer/saber que soy feliz, que no
tienes que preocuparte por mí; que jamás volverá esa niña llena de miedos. Porque
“habrá que superarlo” y de hecho ya lo estoy haciendo; poco a poco. Tantas veces
no captamos un consejo hasta que nos lo da la persona adecuada.
Lo mejor de todo es que la vida se supone que es continuo cambio,
y, tras tanto tiempo estancada, tú has cargado la batería suficiente para que vuelva
a arrancar; ahora: ¿cuántos kilómetros podré recorrer?
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