31 may 2013

Verano





Necesito estar contigo, Caramelo. No hace falta que me abraces ni que me digas nada en especial; solo estar contigo, desconectar. Hay épocas en las que todo parece salir mal, ya no es por gente que moleste sino por distancias, abandonos. Se supone que los amigos arropan cuando hay frio, pero han decidido olvidar mis súplicas de ayuda y reclamar mi “compromiso” con ellos. Sé perfectamente que la amistad consiste en dar, no solo recibir, pero esto es como una hipoteca; antes del desahucio hay un plazo mínimo para no ahogar a dicha persona. Bien, pues pasa igual. Tú, por mucho que hables de mis traumas, no metes prisa, porque no puedes pretender que viva a tu antojo. Como nadie puede ser superior a otro igual.

Tampoco quiero “huir”, es una pausa. Nadie puede hipotecar una vida sin ser de mutuo acuerdo. Solo pido un tratamiento, tal vez un mes, dos… Nadie asegura el tiempo de una “rehabilitación emocional”. Y no por usar este término quiero acusar daños a terceras personas; asumo mi responsabilidad al encapricharme y soñar.

Será un verano como los de antes: sin planes, sin ataduras y con el mínimo miedo posible. Dejaré el miedo arrugado entre mis sábanas. Comeré platos italianos, procuraré no emborracharme, tostaré mi piel bajo el sol y procuraré no llorar.























Enamorame, amor

No hay comentarios:

Publicar un comentario