No he querido preocuparte. Sí, te he contados las “novedades”
familiares y propias; te he contado mi último abrazo, los besos, las caricias y
mis molestias para dormir. Pero me he negado a que te preocuparas por una más
de mis bajadas de tensión. Ella ya me conoce, sabe mis reacciones, y una mirada
ha bastado para saber que un hielo podía ser la solución.
Ojalá todo lo arreglara un hielo. Soy consciente de que los
polos se están derritiendo, pero siempre habrá hielo; en las gasolineras, en
los bares, en cualquier congelador. El hielo combate accidentes puntuales como
un golpe de calor; también es bueno para los dolores musculares. Y el corazón
es un músculo. Recuerdo que hace ya unos años un single del verano era “corazón
congelado”; qué habría que hacer para mitigar tanto dolor sufrido, esas
malditas agujetas cardiacas. ¿Bastaría con hielo? Al final va a resultar que
tener corazón de hielo es la mejor opción.
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