Pierdo peso, la ansiedad persiste incansable y el hielo no
calma mis quejas musculares. Y, según parece, aun estamos en el meridiano de
agobio continuo. Esta tarde he comprobado que mi subconsciente en ocasiones
grita y pelea en momentos que no debe hacerlo. He sido sincera, he hablado sin
tapujos. También he pasado por diferentes versiones: he sido niña, comiendo
gominolas; he sido adulta, rozando mi boca con otra. Estrella, gracias una vez
más, por hacer mágico un roce sobre mi hombro; por cierto, he descubierto otro
punto débil que tal vez conozcas: esa cicatriz en medio del cuello que de
alguna manera también me une a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario