Cuando más tiempo tengo para escribir, lo que me faltan son
ganas de contar, de expresar, de sentir.
Ya no maldigo la rutina, es más, tengo ganas de volver a
ella, ni el aire molesto que me despeina o las agujetas del corazón que bien
conoce este blog. Ya no opino; simplemente no comprendo muchas cosas. Soy de
esas personas que creen que todo pasa por algo; karma, Dios, destino: llamadlo
cómo queráis. Yo tampoco sé muy bien cómo referirme a esa fuerza. Reflexiono y
observo que mi vida está loca. No sabe qué dirección coger ni qué camino tomar.
Ni siquiera sabe dónde está ahora mismo.
Aparecen “sujetos” que se interesan de una manera especial
por mí; lo que tanto quería hace unos meses. Pero mis mareos persisten, las
circunstancias familiares no me permiten parar y un café es el tiempo máximo de
mis escapadas. Suerte que mis noches consten de ocho horas. Por otro lado, los
abrazos escasean, como siempre; la distancia existente entre uno y otro es
odiosa, pero también me hace valorarlos.
Es extraño que yo lo diga, pero, ahora mismo, me dan igual
esos “sujetos”; quiero volver a mi rutina. Quiero ser esa “cría despreocupada”
que se levantaba a las 9:04, que hacía deporte y se perdía entre libros en su
biblioteca habitual. La misma que degustaba sus tazas de café solo con sus
tostadas de Nutella. En cuestión de un mes, me arrepentiré de haber escrito
esto, pero mi blog, mi vida, necesitaba conocer los malos tragos para valorar
los chupitos de licor dulce.
Querida rutina....
Vuelve
No hay comentarios:
Publicar un comentario