23 oct 2013

Otro martes


Hola. Café con leche; no te acostumbres, que ya sabes que yo soy de café solo. ¿Qué tal estás? Pues mal; creía que hoy estaría mejor… pero nada.

Aparece Luz de luna; zumo de melocotón. “Momento tenso” que yo no consigo percibir.

Al rato, nos refugiamos en el mismo bar que otro martes, el cumpleaños de mi estrella. Esta vez sí qu3e estaba abierta la parte de abajo, y, cómo no, hubo billar. Mis habilidades son y serán malísimas, pero J. es un buen compañero de equipo, lo mismo acierta con tres bolas seguidas que con la blanca.

Con lo que he criticado yo la Coca-Cola, fue lo primero que bebí allí.

¿No decías que te ibas a beber un chupito? No estoy en condiciones para ponerme sincera, J., lo sabes. Luz de luna se sorprendió de mi memoria extrema, le sonrieron los ojos cuando le enseñe la foto de Sergio y me dio ese abrazo extraña: yo sentada en mi silla y ella de rodillas. Le hablé de mi mundo amarillo, le dije que J. forma parte de él, que me pierdo cuando tengo contacto físico con él, pero que no tiene nada que temer. Le quiero muchísimo porque tengo mis motivos, porque lo más malvado que me ha hecho fue arañarme el corazón, y él sabe que lo agradecí. Compartí con ambos los recuerdos de mi etapa yonki, de los olores, las canciones. Luz de luna alucinaba cada vez más, y le dije que apenas me conoce, aun.

Total, como pasa a menudo, los relojes desaparecieron y la lluvia se fue a dormir. J. bostezaba. ¿Dónde vives? Yo te guio. Y así, con botellas de plástico bajo mis pies, terminó al pausa diaria de ayer, sin café, sin abrazo de J. pero recordando cómo era eso de sonreír.

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