25 nov 2013

Miedo


Dicen que toda arte arte marcial esconde un plano de serenidad y respeto, pero mientras tanto hay golpes y se libera tensión. Sobra decir que mi actitud no es violenta.

Pero todos tenemos etapas de rabia, de golpes a paredes, gritos. Rabia, impotencia y ahogo. La culpa se la echo al universo; sí, ya sé que antes de verano escribí “Buenos días, universo”. Hoy le dedicaría otra frase. Ya, ya no me creo que algún día pueda equilibrar nuestra balanza. Habrá alegrías, creo en ella y las espero ansiosa. Pero ya no me creo que consigan disipar los nubarrones grises.  

Soy consciente de que mi cuerpo no es gran cosa, que cualquier fuerza física puede derribarme, pero tengo una fuerza mental desmesurada. “Si las miradas matasen”,  me conocerían como asesina en serie. Si cada vez que me mordiese el labio inferior, por impotencia, mordiera la mano de alguien, habría colapsos en salas de enfermerías.

Si el mundo fuera justo, conseguiría vivir sin miedo. Es triste tener tanto miedo. Miedo a la oscuridad, miedo a sitios cerrados, miedo al tráfico, miedo a las despedidas, miedo a vivir. Lo malo es que no se me ocurre otro tipo de reacción.

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