9 dic 2013

Demasiadadas


Océano se acuerda de mí y me pregunta qué tal estoy. Lo mismo que Criso o Tato. A veces no hace falta la cercanía física. La semana pasada tenía excusa para sentir escalofríos, ya no. Y ahora es cuándo menos me desprendo de ellos. “El mundo no va a esperar a que yo esté lista”, lo sé, lo estoy comprobando. Y a qué nivel. Llorar como una loca en mi casa, mientras escribo, tendiendo ropa o cenando, da igual cuándo.  

Es gracioso que mis entradas queden tan poéticas, tan aparentemente curradas, cuando son tan puras, tan poco meditadas. Tengo demasiadas horas al día para pensar qué escribir y con qué palabras. Demasiados pensamientos confusos. Demasiadas dudas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario