21 feb 2014

MÚSICA


Hace ya años, antes de… cierta fecha, la música fue mi flotador salvavidas cuando tenía 15 años. Cantar, modelar la voz y mucho oído. Me familiaricé con 5 guitarras, diferentes, con las voces de todos mis compañeros, un piano, un violín y también con la facilidad de hacer falsetes. Nuestras actuaciones, nuestras canciones y, cómo no, esos 4 días de grabación.

Esa etapa quedó atrás, pero la música sigue. Yembés, algún violín y, cómo no, una guitarra. La guitarra. Merece un blog personalizado.

También podría incluir el piano, pero solo se lo oí tocar una vez. Fue algo inolvidable. El guitarrista dejó de ser guitarrista, y sus dedos correteaban entre las teclas, como si supiera de memoria los pasos correctos, como si cada nota fuera una respiración. Le va a sonar extraño que lo diga, pero me emocioné; en cierto instante retiré la cara porque los ojos me brillaban demasiado.

Pero volvamos a la guitarra. Tras el 20/10, comencé a valorar cada acorde al igual que cuando su voz tomaba el control. Me prometí a mí misma cerrar los ojos y deleitarme de música, al mínimo cosquilleo que note en el esófago. Y con él, intento hacerlo. Confío en él. Nadie me da ese trato tan “loco”; primero se mete conmigo, dice que no le importo, pero luego me trata como una princesa. Dije en otra entrada que ES TODO AMOR. Cuando sabía que tenía problemas para comer, me ayudó. Cuando necesité ese abrazo, por causas mayores, se cumplieron las 6 reglas. Cuando me lleva a casa en coche, me cede el asiento delantero “porque soy VIP”. Cuando le dije que tenía un libro de recetas, hicimos el pacto de que un día en verano vendría a comer a mi casa.

Y qué más decir. Cualquiera diría que está compitiendo con otra persona, incluso que me esté tratando tan bien con algún interés; pero sé que no. Es mucho más sencillo. Forma parte de mi Familia, más de una vez su mirada me lo ha dicho todo y… eso significa AMISTAD.

No hay comentarios:

Publicar un comentario