Chinchándome,
con dieta de besos, secuestrándome en tu cuarto, una vez más. Esta vez riendo
sin parar.
He regresado a
tu cuarto, te he hecho cosquillas por primera vez y… he reído. Qué más darán
esos leves mareos, si son contigo, a escasos centímetros de ti. Qué más dará
que mi tío nos viera ayer despidiéndonos en mi portal. Qué más dará que, cuando
me tocas la espalda, sienta un calambrazo que me haga temblar entera. Qué más darán
los interrogatorios de mis amigas. Qué más dará que la báscula siga yendo a su
ritmo, en los 45. Qué más dará que mi prima pequeña ya no se crea que seas mi
amigo especial. Qué más dará que te haga gracia que esté sentada en la silla de
tu cuarto. Qué más dará que suene el teléfono de tu habitación. Qué más dará
que hayamos tardado cuatro años en decidir qué hacer.
Y ayer fue gracioso
ese ratito con mi Familia, una pena que no estuvieran El guitarrista y Océano.
Será por sábados. Por fin mi familia, la genética, comprende que no soy una niña,
que tengo las cosas claras, por una vez; que quiero que seas algo más que un
cotilleo en mi portal, más que una boca que besar. Y paso de series o
películas, pero ahora entiendo la magia de la lluvia, “la imprimación” y, cómo no
ese “Empecemos por un para siempre”.
Es la primera
vez que blogueo desde un ordenador que no es el mío y también la primera vez
que escribo con una persona a un metro de mí, haciendo magia con sólo con
rozarme.
Tengo varias
cosas claras, siento redundar.
Cada vez que
estoy contigo, me quiero quedar. O, de otra manera, que no te vayas. Tu voz al
otro lado del teléfono está bien, pero no es suficiente. Llamadme loca,
queridos lectores, pero trece días me han bastado para saber que no quiero
conocer a nadie más. No es plan de dar nombres, pero…. En estos casi tres años
de soledad emocional han habido varias ventanas abiertas; gente del gimnasio o
del barrio. Personas que veía a menudo y que podían dar cierto cosquilleo. Pero
se quedan en nada. Es más, yo lo siento si lo lee pero es así, ni siquiera ese
descubrimiento del amor con J. se acerca lo más mínimo a esto. Es lo que yo
decía en esos primeros blogs “El amor solo por una parte… es un error”.
Sé que es
pronto, que con veintiún años la gente va a lo loco, no sabe lo que quiere y
juega a vivir. Pero… yo hace mucho tiempo, tal vez demasiado, que dejé de
jugar. Sé lo que quiero; soy fiel a mis cafés solos. Amargos pero puros. Y llenos
de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario